Türkiye: rebelión y esperanza – desde abajo

En las semanas recientes, Türkiye ha sido testigo de un resurgimiento de la resistencia popular, similar a lo que se vivió en el Gezi Park en 2013. La situación ha escalado, y la población se ha levantado nuevamente contra el régimen autoritario que oprime a sus ciudadanos. Desde el 28 de marzo, la comunidad ha comenzado a manifestarse de manera contundente, recordando los doce años de lucha constante pero también representando un acto de rebeldía contra los enfoques ideológicos que, de forma insidiosa, buscan deshumanizarnos. En este contexto, es necesario examinar brevemente los hechos recientes y la evolución de la situación en este país que sirve como puente entre Europa y Asia.

Los acontecimientos en Turquía se han desencadenado como respuesta a las tácticas del régimen, que busca erradicar a la oposición política. Estas maniobras no se han limitado a la encarcelación del alcalde de Estambul, Ekrem İmamoğlu; han implicado también el arresto de miembros del partido que representa. La opinión pública ha calificado esta criminalización de la oposición como un «golpe civil», lo que ha generado una respuesta colosal, dado que cientos de miles de opositores han decidido salir a las calles. Hasta 2.5 millones de personas se unieron a una protesta en Estambul-Maltepe, mientras que las elecciones primarias simbólicas del Partido Republicano del Pueblo (CHP) lograron atraer a cerca de 15 millones de ciudadanos. Este hecho refleja una clara reacción ante los intentos de Erdogan por consolidar aún más su poder.

Históricamente, el CHP ha sido considerado parte del estado, pero ahora se siente amenazado por las acciones del gobierno que buscan su criminalización. Sus aliados, que en el pasado habían mostrado reticencias a los levantamientos callejeros, ahora se encuentran ante un momento decisivo para accionar. El 2 de abril, se organizó un boicot en varias ciudades del país, donde sectores sociales clave decidieron no realizar compras, acumulando apoyo en grandes urbes como Ankara e Istambul.

La resistencia contra el gobierno sigue presentándose de múltiples maneras. A medida que este proceso avanza, se observa que las personas luchan no solo por unirse en acciones de protesta, sino también por forjar lazos de solidaridad que fortalezcan su unidad.

¿Quiénes son los que protestan en la calle?

La composición de los manifestantes es diversa, pero comúnmente, son estudiantes universitarios y jóvenes desempleados quienes lideran las protestas. Estos jóvenes se sienten profundamente preocupados por su futuro, ya que esta presión les lleva a levantarse en contra del sistema. Los expertos describen esta situación como una crisis generacional, donde sienten que no solo su presente es sombrío, sino que su futuro es igualmente incierto.

A pesar de que estos jóvenes no son activistas políticos en el sentido tradicional, están enganchados en una nueva forma de politización. Se les ha catalogado como participantes de una «política postal» o «hiperpolítica», caracterizada por la falta de ideales claros o utopías. Esta ambivalencia, junto a ciertos grupos que actúan como extensiones del régimen y participan en provocaciones racistas durante las protestas, representa un notable riesgo de manipulación por parte del estado turco.

¿Qué hará el CHP?

El futuro del Partido Republicano del Pueblo sigue siendo incierto, ya que el régimen de Erdogan busca aniquilar la oposición. Con el fin de evitar estos riesgos, la dirección del CHP está organizando un nuevo Congreso, aunque este esfuerzo podría ser solo una respuesta temporal a una situación crítica. La cuestión esencial que se plantea es si el CHP será capaz de liderar las protestas en las calles. Si se abandonan a su suerte, el partido podría verse enfrentado a una inevitable fragmentación o a una incapacidad para actuar con efectividad.

Por otro lado, los partidos socialistas han alineado sus esfuerzos detrás del CHP, aunque no están en condiciones de liderar esta insurrección. El partido de la igualdad y la democracia del pueblo, que tiene vínculos con la comunidad kurda, ha tenido una participación escasa en las manifestaciones, lo que limita su influencia en este movimiento. A medida que la lucha por una izquierda unida y movimientos sociales se intensifica, también lo hace la necesidad de movilizar a los jóvenes y construir nuevas esperanzas para su porvenir.

Los socialistas deben re-aprender a «liderar» el movimiento popular. Es esencial incrementar actividades participativas, como foros donde la gente pueda involucrarse directamente en la política, transformándolos en organizaciones sólidas y permanentes.

Además, necesita haber plataformas de medios más independientes que den voz al movimiento popular. También es fundamental que se adopte una política de paz hacia el pueblo kurdo, que debe ser liberada de ser un simple instrumento en manos del régimen de Erdogan.

Ataques de Erdogan -Regima

Este régimen ha visto una significativa pérdida de legitimidad como resultado de las protestas, y en respuesta, ha intensificado su terror estatal. Se han registrado alrededor de 500 arrestos y torturas durante las manifestaciones. El gobierno ha desplegado nuevas tecnologías para suprimir las protestas, tales como cámaras de reconocimiento facial y unidades policiales con nuevas tácticas represivas.

Simultáneamente, el régimen de Erdogan busca desviar la atención de la oposición mediante provocaciones racistas, en especial dirigidas hacia el pueblo kurdo. Estas maniobras buscan suscitar desconfianza entre diferentes comunidades, debilitando así la resistencia popular. El estado turco busca encontrar estrategias novedosas para suprimir el levantamiento social. Para ello, ha introducido días de vacaciones y arrestos limitados para reducir la tensión social. Asimismo, Erdogan ha expresado que no permitirá ningún nuevo levantamiento y amenazó con violencias contra quienes se atrevan a oponerse.

Nuevas protestas

Al globode enfrentamos a una nueva ola de protestas, que se expande por el planeta. Las manifestaciones contra el régimen de Trump han resurgido en los Estados Unidos, mientras que en Europa se elevan las voces en contra del armamento proporcionado por sus gobiernos. Las manifestaciones en Argentina, Perú, Gran Bretaña, Serbia e Indonesia conforman esta cadena; incluso en Israel, la oposición exige responsabilidad para Netanyahu y se hace oír.

A pesar de esta disconformidad manifestada a nivel global, la rebelión popular todavía enfrenta el desafío de convertirse en un movimiento sostenido en el tiempo en lugar de ser fugaz. Hoy, está claro que el socialismo no ha logrado consolidarse como una alternativa convincente para las personas. De manera urgente, debemos enfocar nuestra atención en metas concretas que aborden los problemas de la humanidad y la naturaleza, porque es en la rebelión y la resistencia donde podemos recuperar la esperanza perdida.

Entre las necesidades más apremiantes del pueblo, establecer un Frente de paz global contra la guerra vigente se posiciona como un imperativo ineludible. Si logramos lograr esto, podremos proteger a la humanidad de un futuro sombrío. No debemos perder de vista el objetivo de construir otro mundo basado en la convivencia pacífica y la hermandad, donde podamos armonizar y construir un futuro mejor juntos.

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