Extrema derecha, trumpismo y su visión del «futuro»

A finales de los años 80, el surgimiento de un mundo post-ideológico trajo consigo la notable desaparición de cualquier visión transformadora que pudiera definirse como un proyecto para el futuro (T.LY/zo22g). Esta abolición de las visiones emancipadoras y utópicas, que estaban históricamente ligadas tanto al comunismo como al anticolonialismo, no solo marcó el comienzo de una crisis prolongada en la izquierda, sino que además llevó a la política a ser moldeada por una lógica profundamente económica y tecnocrática. En este contexto, todos los grupos políticos —ya sean (post) marxistas, socialdemócratas, liberales o aún más centrados— perdieron la fe en un futuro optimista y dejaron de mostrar interés en discutir hacia dónde nos dirigimos. En cambio, se enfocaron en el presente, se volvieron a mirar al pasado, ya sea para moralizar sobre las catástrofes históricas que han traído sufrimiento y desdicha en el presente, o para encontrar «ideales perdidos» que podrían ofrecer algo de esperanza.

Sin embargo, es importante señalar que, considerando su historia, es la izquierda la que actualmente adolece de la carencia de cualquier visión clara hacia el futuro. Y al contrario de lo que algunos analistas suponen (T.LY/XV2XV), es justo mencionar que la nueva derecha extrema tampoco tiene un plan definido. El «futuro» que esta derecha promete, que se diferencia de la propuesta del «centro extremo», no va más allá de un retorno nostálgico a lo que se podría considerar como los «viejos buenos tiempos». En este sentido, la lógica presentada por estos grupos difiere en que, al menos, pretenden aprovechar ciertos anhelos de aquellos desencantados que se sienten impotentes y vacíos de esperanza.

Un claro ejemplo de esto se puede observar en el fenómeno del Trumpismo (MAGA). Este movimiento, que pretende impulsar cierto tipo de desarrollo tecnológico «futurista» y que se preocupa por los logros científicos (T.LY/7VKQL), en realidad es una manifestación explícita de un deseo de «retorno al pasado», dado que no presenta ninguna alternativa viable ni innovadora para el futuro. Aunque en su discurso, Trump ha mencionado aspiraciones como «nuestro manifiesto desolado contra las estrellas» y el deseo de enviar astronautas a Marte (T.LY/3SZ81), esto contrasta de manera contundente con un enfoque genuinamente progresista o exploratorio.

El revisionismo histórico y una nostalgia por un mundo anterior a la Primera Guerra Mundial son claramente evidentes en ciertos discursos y acciones, que propugnan crear condiciones similares a «antes de 1913» (T.LXZ1JG). Este deseo subyace, por ejemplo, en sus políticas draconianas y la manera en que celebran el «Día de Liberación». De manera similar, la promesa explícita de Trump de llevar de vuelta a la «Edad de Oro» y su veneración por un periodo encabezado por presidentes como William McKinley (1897-1901), pionero de los «costumbres fuertes», destaca su enfoque en restaurar un pasado idealizado, más que en construir un futuro innovador.

Este deseo de restaurar una forma de gobernanza que prioriza la seguridad social y los bienes públicos se traduce en la búsqueda de figuras como Elon Musk y Hans Dogge, quienes, a su vez, utilizan la exploración espacial como un mero vehículo publicitario para mantener el estado de cosas existente en la Tierra (T.LY/TQOQ3). Su fervor por el regreso a un «ideal de progreso» se manifiesta en el mismo halo de ser vistos como «visionarios», a pesar de que, bajo un análisis más detallado, este enfoque es poco más que un homenaje a una era que ya no existe.

El MAGA, en ese sentido, se presenta como un movimiento intrínsecamente conservador, que anhela un orden que consideran más «natural». Esta búsqueda de aceleración hacia un pasado del que parecen estar nostálgicamente distantes (T.LY/pjdfj) es un intento de revertir las estructuras históricas que condujeron hasta el presente, donde el colonialismo a menudo se ve como legítimo, como reflejan las situaciones actuales en Gaza, Groenlandia, Panamá y muchos otros lugares.

Aquí también radica el error de ver «el futuro» a través de la óptica del fascismo, un concepto que podría desvirtuar la especificidad del Trumpismo al reducirlo a una categoría que no necesariamente encaja (el tipo de análisis que también deriva de la falta de imaginación dentro de la izquierda/liberalismo sobre su propia historia). Mientras que los movimientos fascistas tradicionales tenían un componente modernista, en el caso del Trumpismo dicha utopía transformadora se fabricó en una declaración que carece de cualquier visión resolutiva.

En lugar de ser un intento de establecer una nueva verdad imperialista, el Trumpismo se entiende mejor como la reacción de algunas élites de Estados Unidos a aceptar la realidad de su declive imperialista (T.Ly/Hueqa), así como su incapacidad para idear un futuro en un mundo en constante cambio.

13 de abril de 2025

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