Esta es una buena inmunidad, la cultura de los líderes y colonos que sembran la cultura de la paz entre niños y jóvenes

«Palenque es un territorio protegido donde cultivamos un legado de tradición que contribuye a la convivencia en nuestra región y en nuestra nación. Cuando nos percibimos como una familia, evitamos la violencia. Hay respeto entre los vecinos y la colaboración entre ellos garantiza que nuestros niños no se perceban como enemigos. Nos vemos a nosotros mismos como parte de una misma comunidad y esa unión nos ayuda a salvar vidas».

Buenaventura, durante la sala el 10 de abril.
Foto:
Santiago Saldarriaga / El Tiempo

La maestra Jara Aragón ha dedicado su vida a la educación y a la promoción de la cultura del Pacífico. Mientras enseña a cien niños a tocar música y a bailar, ella recuerda su propia infancia en un vecindario donde las casas eran pintadas de colores vivos, un lugar que solía llamarse Juan XXIII.

«Debemos vernos a nosotros mismos como una familia para evitar la muerte»

Esta comunidad ha sido un refugio para familias humildes durante más de cincuenta años, un lugar donde se escucha el sonido del caos de las balas que a menudo cruzan los techos, provocando un cansancio general hacia la violencia que ha marcado la vida en Buenaventura.

Jary Aragón, quien nació hace 55 años en Juan XXIII, ahora reside en el barrio de El Jardín. En su hogar, fundó la Fundación Palenque del Brother Brother en 2013, un proyecto que busca ofrecer un espacio seguro y educativo para los niños. «La comunidad es como una gran familia; a nuestros ancianos los consideramos tíos», explica la maestra, quien equilibra su rol como educadora, reguladora, bailarina y escritora de poesía.

La celebración de su fundación incluye una gran fiesta cada diciembre, un homenaje a su hermana fallecida hace más de diez años, donde acoge a los niños con donaciones. «Prefiero no llorar en el cementerio, así que organizo una gran fiesta con música y alegría. Esto es por amor a Buenaventura, para que nuestros niños crezcan y se conviertan en mejores personas». Como maestra en diversas escuelas públicas, Jara ha utilizado su salario para comprar instrumentos musicales, convencida de que si no hay tambores, la tradición se perdería.

Alrededor de 180 niños y jóvenes participan en la Fundación Palenque Primo Brother, donde desarrollan talentos en canto, baile e interpretación de instrumentos tradicionales como marimbas, cununos, chirimías y bombos.

«Somos cultura sin violencia»

Son las plántulas de la Fundación Gerardo Valencia Cano de Buenaventura.
Foto:
Santiago Saldarriaga / El Tiempo

En el barrio de Camargo, tanto niños como adultos se reúnen en la calle para bailar. Las mujeres lucen coloridas bufandas mientras se mueven al ritmo de la música, todos disfrutando de un momento de comunidad y alegría. «Construimos un legado pacífico, esta es la mejor herencia que podemos ofrecer a nuestra infancia», expresa Luis Yasmani, un líder comunitario lleno de orgullo al observar a los niños bailar y disfrutar. Él enfatiza que la cultura que están desarrollando es un camino hacia la paz y la convivencia.

Como uno de los fundadores del espacio humanitario Puente Nayero, surgido tras la masacre del río Naya, Yasmani ha visto la importancia de la enseñanza y la defensa de la vida en medio de circunstancias adversas.

«Nunca más la guerra»

Danny Mauricio Vanegas, conocido como Maury, se ha convertido en un símbolo de esperanza en la comunidad. Él lidera la Asociación de Jóvenes Empresarios de la Paz (AJEP), que fue creada en 2017 con el propósito de fomentar habilidades de liderazgo y potencial entre la juventud a través del arte. «La colaboración es crucial para el desarrollo», explica Maury, quien trabaja para fortalecer a los emprendedores locales enfocados en causas sociales. «La articulación comunitaria nos permite salvar vidas en contextos desafiantes».

Dentro de sus iniciativas, la AJEP ha promovido proyectos que se centran en la expresión cultural y social, como es el caso de su producción musical que lleva el nombre de un poderoso mensaje: “Nunca más la guerra”.

ProPacífico apoya las iniciativas culturales y promueve el deporte en Buenaventura.
Foto:
Juan Pablo Rueda / El Tiempo

A pesar de los desafíos que enfrenta Buenaventura, que es el puerto más importante de Colombia y maneja millones de toneladas de carga internacional, sus habitantes son resilientes y están decididos a avanzar hacia un futuro mejor.

Buenaventura en Bands War

Buenaventura, un microcosmos con necesidades

«Aquí en Buenaventura, que muchos consideran ‘Little Colombia’, enfrentamos una serie de problemas que persisten. Ni siquiera tenemos acceso al agua potable durante 24 horas, una de las necesidades más básicas que debería garantizarse. El progreso ha sido lento y la desatención a nuestras demandas ha perdurado a lo largo de los años», comenta un líder comunitario del distrito de Los Ángeles, aludiendo a la memoria de Jhon Reina, un joven que sufrió una trágica muerte reciente, que ha despertado una ola de protesta en la comunidad exigiendo acción por parte del gobierno.

Buenaventura, durante la sala el 10 de abril.
Foto:
Santiago Saldarriaga / El Tiempo

El padre de Jhon subraya que muchas de las demandas establecidas hace años aún no se han cumplido. Todos coinciden en que el progreso de Buenaventura no puede seguir marcado por la violencia y la impunidad. La comunidad está formada por más de 400,000 habitantes, quienes tienen enormes deseos de mejorar sus condiciones de vida.

«Nuestros sacrificios son por nuestra familia, por un futuro mejor. Y es valioso continuar luchando por nuestros sueños», dice Paola, quien trabaja vendiendo cholados y raspados en el Malecón de Buenaventura, un área muy concurrida rodeada de vegetación y restaurantes que buscan seguir adelante a pesar de la incertidumbre y el miedo en las calles.

El reconocimiento del trabajo solidario y del liderazgo comunitario es vital, enfatiza Ricardo Mosquera, quien lidera la Unión de Células de Acción en Buenaventura. Resalta la relevancia del mercado campesino de Matías Mulumba, que es un espacio libre de la extorsión de grupos armados, vital para la población rural que busca vender sus productos. «Este mercado es una respuesta a la lucha por la dignidad y la autonomía», indica Mosquera, quien durante los últimos dos años ha trabajado en diálogos con el gobierno para garantizar la seguridad de los campesinos.

Sin embargo, la situación sigue siendo crítica, pues el municipio es una de las regiones con más territorio en el país, lo que dificulta la llegada a los pueblos campesinos que son parte de su territorio.

«En Buenaventura, hemos estado trabajando junto a líderes y empresarios para impulsar proyectos que fortalezcan comunidades y generen un impacto positivo en sus habitantes», concluye Valle, destacando el papel fundamental de la colaboración comunitaria en medio de la crisis social vivida en 2021.

«Estas personas han estado realizando un trabajo social significativo en condiciones difíciles y son un modelo de superación y esperanza para todos en la región», menciona María Isabel Ulloa, la directora ejecutiva de ProPacífico, recordando la importancia de la colaboración entre sectores para un futuro mejor.

Shary Julieth Aragón, quien es la hija del director de Palenque Ceusin, expresa su deseo de seguir los pasos de su padre, recordando que «el amor por la cultura y la familia son valores que siempre buscaremos resguardar. Todos amamos la paz y queremos un mejor Buenaventura».

Carolina Boorquez

Corresponsal de El Tiempo

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