La extensa gira mundial de ‘mujeres ya no llora’ de Shakira ha dejado un profundo rastro de sentimientos encontrados mientras recorre diferentes rincones de Colombia, lo que ha provocado un encendido debate entre sus seguidores en diversas ciudades.
El regresó de la aclamada artista de Barranquilla a su país natal causó una enorme expectación, sin embargo, las sorpresas que presentó durante sus conciertos en Medellín fueron notablemente distintas de las vividas en Bogotá y su ciudad de origen, Barranquilla. Esta disparidad en el tratamiento otorgado a cada uno de estos lugares no pasó desapercibida, desencadenando una ola de reacciones, desde admiración incondicional hasta críticas ferozmente constructivas.
A pesar del indiscutible cariño que el público colombiano le tiene a Shakira, una parte significativa de sus fanáticos en Bogotá y su Barranquilla natal expresaron públicamente su desilusión ante lo que consideraron un tratamiento preferencial hacia Medellín.
Una de las críticas más contundentes provino de Barranquilla a través del reconocido periodista Diva Jessurum, quien ha seguido la carrera de Shakira desde sus inicios.
El comunicador no se guardó su «incomodidad», al descubrir que Medellín había recibido una atención que consideraba superior a la que su ciudad natal había disfrutado. Jessurum mencionó que durante el espectáculo en el Estadio Metropolitano de Barranquilla, Shakira se dirigió a la audiencia en inglés, dejó de lado el homenaje esperado al Carnaval de Barranquilla, así como sus símbolos, y causó una considerable espera sin la presencia de la artista tras los programas anunciados.
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En un video que circuló en sus redes sociales, el periodista también abordó problemas de seguridad tanto dentro como fuera del estadio, lamentando que Shakira no presentara a sus hijos durante el evento en Barranquilla. Estas declaraciones no solo añadieron leña al fuego, sino que también generaron un acalorado debate, polarizando opiniones a favor y en contra de Jessurum.
Segunda fecha en Medellín de la Tour ‘Las mujeres ya no lloran’ con Carlos Vives. Foto:Jaiver Nieto Álvarez – La hora
A favor y contra el artista
Entre el sábado 12 y el lunes 14 de abril, El nombre de Shakira se convirtió en una tendencia en las redes sociales, lo que catalizó aún más la discusión sobre lo acaecido en sus recientes presentaciones.
Los contrastes eran palpables: Bogotá, la ciudad donde los boletos para sus dos fechas alcanzaron precios exorbitantes; Barranquilla, su ciudad natal, donde se satisfizo cada demanda para sus espectáculos; y Medellín, que luego de aplazamientos por problemas técnicos y de seguridad, fue reconocida con dos conciertos y sorpresas que generaron tanto alegría en los asistentes como críticas duras por las omisiones en otras ciudades.
Imágenes de la primera noche de Shakira en Medellín. Foto:Jaiver Nieto Álvarez
Los aplazamientos mencionados previamente en Cal (por razones de salud), Santiago de Chile (por problemas técnicos) y Medellín (debido a cuestiones relacionadas con la seguridad) exigieron una reestructuración del cronograma. De este modo, se definieron dos fechas en Lima para noviembre, tres conciertos en Santiago a principios de abril y dos presentaciones en Medellín a mediados de abril.
Fue durante estos dos conciertos adicionales en el Estadio Atanasio Girardot en Medellín donde Shakira ofreció momentos inolvidables, que estuvieron ausentes en sus presentaciones anteriores en Barranquilla y Bogotá.
El sábado 12 de abril, la artista sorprendió a los asistentes al invitar al escenario a Maluma, interpretando tanto sus clásicos como versiones especiales de sus lanzamientos más recientes, que no habían sido incluidos en el resto de la gira. El domingo 13, la emoción se replicó cuando compartió escenario con Carlos Vives, creando recuerdos imborrables en un concierto que ni siquiera estaba en los planes originalmente anunciados para 2024.
Primera fecha del concierto de Shakira en el estadio Atanasio Girardot en Medellín. Foto:Jaiver Nieto Álvarez
Esta situación no pasó desapercibida para los usuarios en redes sociales, que movilizados por el sentimiento regional y la percepción de desigualdad, inundaron las plataformas con mensajes variados.
Las críticas más fuertes provienen de aquellos que hicieron inversiones considerables en boletos desde un principio y que se sintieron decepcionados al no poder disfrutar de un espectáculo que ofrecía las mismas sorpresas que sus colegas quienes acudieron a un concierto no planificado originalmente.