Durante un día que muchos no olvidarán, los pescadores de la Bahía de Cartagena hablaron con orgullo sobre el blanco de un velero que se dibujó en el horizonte del Caribe, hecho que solo los conocedores del mar pueden apreciar. En ese momento, era el barco español Juan Sebastián de Elcano, una embarcación emblemática que no solo navega por aguas salinas, sino que también está impregnada de una rica historia milenaria. Este barco de velas, que se hincha al compás del viento, se convirtió en un símbolo de orgullo náutico, evocando relatos de aventuras y azares en el océano.
Este viaje tan esperado sería la acogida a una figura destacada: Leonor de Borbón y Ortiz, la heredera al trono español, quien con apenas 19 años emprendería su camino no como una reina, sino como cadete naval. Con la energía de la juventud, navegaría en una odisea lejos de la vida palaciega, en un entorno donde cada ola contaba historias y cada viento impartía lecciones.
Barco de la escuela en español «Juan Sebastián de Elcano» Visitando Cartagena Foto:John Montaño / El Tiempo
El camino del Juan Sebastián de Elcano inició el 11 de enero con un grupo de 70 marineros, todos ellos jóvenes e igualmente aspirantes, que se embarcaron en un viejo velerito que se erige como el símbolo de aquel primer hombre que describió la circunnavegación del mundo. Este navío no solo lleva a la heredera, sino que también representa la esencia de la aventura y la exploración, combinando pasado y presente.
Princesa sin privilegios en Altamar
Barco de la escuela en español «Juan Sebastián de Elcano» Visitando Cartagena Foto:John Montaño / El Tiempo
Durante su travesía, el barco pasó por países como Brasil, Uruguay, Chile, Perú y Panamá. La prensa incluso reportó que la madre de León, la reina Letizia, se unió a su hija en una cena a bordo, un guiño a las antiguas leyendas marinas que rodearon a las cortes imperiales.
A su llegada a Cartagena, la princesa fue recibida en silencio, sin los aplausos que normalmente acompañan a una figura real. En lugar de una alfombra roja, los vientos que suelen acariciar la ciudad traían consigo el murmullo de la fortuna.
Barco de la escuela en español «Juan Sebastián de Elcano» Visitando Cartagena. Foto:John Montaño / El Tiempo
Leonor no navega para gobernar, sino para educarse. Portando su uniforme naval, no posee privilegios; su vestimenta es un símbolo de las horas pasadas en el mar y de las enseñanzas discernidas con esfuerzo. Desde su rol en el barco, el viento del Atlántico se convierte en su maestro, y en cada oleada escucha la historia de quienes han navegado antes que ella.
Lejos de los suntuosos palacios de Madrid, su reinado temporal es la cubierta de la nave; su tiara se convierte en un sombrero con anclajes y su cama, en un simple espacio de descanso. La princesa Leonor, un día futura reina de España, se encuentra en medio de un mundo donde la aristocracia se difumina y lo que prevalece es el esfuerzo común y la camaradería entre los marineros.
Pese a haber sido educada en un entorno de rígidos protocolos, también ha sido expuesta a una diversidad de culturas, idiomas y pensamientos que han enriquecido su personalidad. Hoy, en Cartagena, ella agrega un nuevo capítulo a su travesía: un puerto donde la realeza navega sin un trono, donde el mar, siempre sabio, trata a todos por igual con su marea salada.
Reyes Felipe (D) y Letizia (i), acompañados por la princesa Leonor (C). Foto:Efusión
Aunque no había un programa oficial ni un saludo desde el balcón del barco, ya comenzaron a circular rumores en los cafés de la ciudad. Se hablaba de su posible paseo por la Calle La Sierpe, tal vez con una visita al emblemático Castillo de San Felipe, donde sus antepasados podían haber navegado en exploraciones similares.
El Juan Sebastián de Elcano tiene como siguiente destino Santa Marta, seguido por Santo Domingo y Nueva York, donde concluirá su periplo en julio, momento en que la princesa regresará a España para continuar su entrenamiento militar. Sin embargo, algo especial dejará en Cartagena: el recuerdo de una joven que navega entre la historia y la esperanza de un día convertirse en reina, pero que en este preciso momento es solo una entre los chicos del mar.
Además, vale la pena ver nuestro documental «Abuso sexual en Cartagena: Voces Ciled»
Periodista documentalista Jineth Bedoy. Foto:
John Montaño
Corresponsal de El Tiempo
Carácter
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