santiago. 17 de octubre de 2025. El 18 de octubre, Chile cumple seis años del estallido social que comenzó en la tarde/noche de ese día de 2019, cuando una protesta estudiantil en rechazo a un aumento del metro de Santiago se convirtió en un levantamiento de millones que sólo la cuarentena forzosa del covid-19 pudo mitigar.
A los estudiantes se sumaron cientos de organizaciones con diversos intereses, cuyas demandas desafiaron a la clase política y los abusos cotidianos que el mercantilismo imperante, junto a un Estado incompetente, cometían en todos los ámbitos de la vida de las personas.
Y sigue sucediendo: anteayer se supo que las compañías eléctricas existen desde hace ocho años. cobra una tarifa más cara de lo apropiado porque la agencia gubernamental que fija las tarifas ha cometido un error de cálculo. Y aunque sea el regulador el que falló sistemáticamente, es imposible, dicen los analistas, que las eléctricas no lo descubrieran, porque sus expertos revisan exhaustivamente el decreto tarifario semestral; pero guardaron silencio.
Si la movilización de 2019 pareció empujar al país hacia un destino diferente al neoliberalismo instalado por la dictadura de Pinochet y fortalecido desde 1990 por 30 años de gobiernos democráticos, Chile hoy avanza en una dirección bastante retrógrada.
Las exigencias que caracterizaron el 18-O fueron sustituidas por la exigencia de seguridad pública ante el miedo a convertirse en víctima de un delito; y una cuasixenofobia contra cientos de miles de inmigrantes que ingresaron ilegalmente al país, vistos como catalizadores de una ola de crímenes violentos.
Elección
El aniversario del 18-O llega a un mes de las elecciones presidenciales y parlamentarias del 16 de noviembre, cuya campaña está dedicada a estos temas.
El principal candidato de la ultraderecha, el republicano José Antonio Kast, subraya que su «Plan Implacable será una declaración de guerra contra el crimen organizado», con prisiones ultraseguras, penas más duras y envío de militares y policías a zonas críticas. Promete cerrar la frontera con Perú y Bolivia instalando muros, zanjas, vallas, deportar a miles y que creará un «gobierno de emergencia».
Su principal asesor llama «parásitos» a los funcionarios, mientras que otro promete que 100.000 serán despedidos. Cuando se le preguntó, Kast no pudo especificar quién sería despedido o cómo recortaría 6.000 millones de dólares en gastos del Tesoro en los primeros 18 meses de su eventual gobierno, como prometió.
El viernes pasado, en un colegio público de Santiago donde se dictó una ley que repara la deuda monetaria histórica del Estado con los docentes, el presidente Gabriel Boric respondió.
«Hay 40 maestros que trabajan aquí, son servidores públicos. ¿Alguien puede decir que no están haciendo sus tareas, que estos maestros no están construyendo un mejor barrio, que se están aprovechando del Estado? No lo creo», dijo.
Añadió que «tirar «(Tirar) frases tan fáciles es increíblemente descarado, porque quien las dice hiere e insulta a la gran mayoría de los servidores públicos que cada día hacen todo lo posible para construir un mejor país».
Boric se involucró así, sin mencionar el 18-O, en la contienda electoral, que todo apunta a que se resolverá en segunda vuelta, en diciembre, entre Kast y la candidata oficial, la militante comunista Jeannette Jara.